Ofrecer nuevas alternativas y complementar los canales tradicionales del circuito bancario es el cometido de la financiación alternativa, un mercado financiero que en España se ha consolidado durante la última década tras la gran crisis financiera del 2008.
Antes de esta crisis global -la mayor desde la gran depresión de los años veinte-, las empresas españolas mostraban una fuerte dependencia de la financiación bancaria y, como tónica general, no solían recurrir a opciones externas a la banca, sin embargo, esta tendencia cambió por completo.
La llegada de la gran recesión del 2008, la transformación digital del sistema financiero, el surgimiento de nuevos actores en la industria Fintech, la creación de nuevas alternativas -BME Growth o MARF- o la puesta en marcha de plataformas de crowfunding de inversión y préstamos -registradas por la CNMV-, fueron las palancas que promovieron este cambio de paradigma.
Desde entonces, la financiación alternativa se ha convertido en una de las soluciones que más interés suscita entre los autónomos, pequeñas y medianas empresas (pymes) que necesitan disponer de crédito suficiente para garantizar tanto su creación como su crecimiento.
¿Qué es la financiación alternativa y por qué es relevante para las empresas?
Este mercado alude al conjunto de instrumentos financieros que ofrecen alternativas a las empresas que buscan financiación a través de diferentes vías -muy distintas a las tradicionales-, generalmente, como una contraprestación económica a modo de intereses.
Las ventajas que ofrece son muy diversas:
Destaca la flexibilidad de estructuras, generalmente, en el que los procesos de financiación y el estudio de las operaciones son ágiles y sencillas, y buscan soluciones a medida de las necesidades de las empresas, adaptándose así a cada situación concreta con un servicio de asesoramiento personalizado.
Las pymes son esenciales para el tejido empresarial de cualquier país, en vista de ser uno de los actores más relevantes en la producción y/o distribución de bienes y generación de empleo, por ello, contar con fuentes de financiación alternativa es crucial para este tipo de compañías, ya que sus posibilidades de financiación son considerablemente inferiores -al no cotizar en bolsa o no disponer de otras opciones- respecto a las que disponen las grandes corporaciones.
Principales opciones de financiación alternativa para empresas
A la hora de seleccionar la solución de financiación que mejor se ajuste a sus necesidades, los criterios que los emprendedores o responsables deben tener en cuenta residen en saber qué necesidades de financiación son requeridas en el momento de la búsqueda, la definición de los objetivos de inversión a corto, medio y largo plazo, la opción de diversificar las alternativas, la comparación de los costes y la elección de herramientas más flexibles y sencillas.
Por tanto, según el tipo de financiación que se esté buscando, algunas de las diferentes fuentes de a las que se puede optar son:
- Equity: una modalidad en la que, a cambio de la financiación, el inversor busca obtener una participación en la empresa.
- Direct lending: Una de las formas más comunes de financiación alternativa es a través de préstamos de inversores privados. No expone a la empresa a los mercados de crédito y se permite el diseño de soluciones a medida y flexibles.
- Capital Riesgo o Venture Capital: en general, los grupos empresariales financian a compañías emergentes con potencial (startups) a cambio de un porcentaje. Una vez la start-up se establece, el inversor tiende a vender su participación para obtener un beneficio mayor que el del principio. Si bien existe un alto riesgo, firmas dedicadas al private equity consiguen obtener elevadas rentabilidades. Respecto a esta modalidad, es importante saber que en los primeros años de vida los flujos de caja suelen ser negativos y, con ello, la pérdida de la inversión. No obstante, durante el proceso, se ganan otras cuestiones intangibles como experiencia, contactos o asesoramiento estratégico.
- Factoring: consisten en una operación financiera a través de la cual una empresa cede las facturas generadas por sus ventas a una compañía para que se encargue del cobro de manera temporal. La compañía de Factoring obtendrá una serie de comisiones e intereses por la gestión del cobro.